Se llama Juan Carlos, tiene 10 años y es cordobés. Y, además, ha dado una lección de vida a muchos con la actitud con la que afronta su tartamudez. «Cuando alguien me pregunta yo le digo tan feliz que soy tartamudo», dice el pequeño. Lo hace en una carta que escribió a la Fundación Española de la Tartamudez [1], que ha lanzado una iniciativa para que personas afectadas por este trastorno cuenten sus experiencias.
María Lumbreras, madre del pequeño, decidió compartir las carta en su cuenta de Twitter. «Si queréis la lección de vida del día, leed la carta de mi hijo de 10 años con tartamudez», escribió. Y acompañó el mensaje con una foto de la carta. Hoy acumula más de 4.500 retuits, más de 7.000 ‘me gusta’ y Juan Carlos es un gran ejemplo de que no debe haber cabida en nuestras vidas para los complejos.
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El chaval, cuya tartamudez empezó a los 4 años, lo tiene claro: «A mí la tartamudez me parece algo único que muchos niños no tienen. La tartamudez me suele pasar cuando estoy nervioso o cuando me pongo histérico. A mis amigos y a mi hermano no les importa que yo sea tartamudo». Por eso, cuando alumnos mayores le ‘chulean’ en su colegio tal y como cuenta, Juan Carlos ni se preocupa: «Me sale por un oído y me entra por otro». Y sigue: «Ninguna clase de 5º, que es el curso en el que estoy, se chulea de mí ni se ríe. Así que me siento muy a gusto en mi colegio».
En España, según la Fundación Española de la Tartamudez, hay un total de 467.000 personas con este trastorno, mientras que el mundo la cifra asciende a 72 millones. El pequeño cordobés ha dado un gran ejemplo sin esperarlo ni él ni su madre. El optimismo y el orgullo con el que habla de su tartamudez no es solo un guiño para quienes viven su misma situación o cualquier otra parecida. Su seguridad es también es una lección para quienes, como él dice, ‘chulean’ a cualquier que pueda ser diferente a ellos.