Manuela Gómez era ama de casa cuando su padre tuvo que jubilarse y dejar la salina de Isla Cristina (Huelva) que había estado explotando durante 50 años. Para ella, la salina no era sólo el negocio familiar, sino el vínculo con sus raíces y con la tradición; así que decidió ocuparse de ella para que no se perdiera. De eso ha pasado más de una década. Manuela mantiene hoy en Biomaris una forma de producción totalmente artesanal de la sal, pero innovando. Ha creado la sal líquida.
