Matilde Barón se licenció en Ciencias Biológicas y su terreno de investigación se centró en el estrés vegetal, porque las plantas también sufren estrés. La investigadora dirige la Estación Experimental del Zaidín, el centro más grande del CSIC de ciencia agraria en España, y trabaja con diferentes técnicas de fotografía para conseguir detectar ese estrés en las plantas y conseguir también así una agricultura de precisión.
Carmen Mascaró estudió Biología en Granada, en la primera promoción de estos estudios. Pronto descubrió la Parasitología y le fascinó. Ha dedicado su vida a este terreno y a la investigación de enfermedades como la malaria y la tuberculosis, que tienen a los parásitos como protagonistas. Desde hace años su labor se ha volcado con la cooperación internacional y se dedica a formar a profesionales sanitarios en países como Mozambique.
Dos de cada diez especies de la flora española están en riesgo de extinción. Una de ellas es el Dianthus inoxianus, un clavel autóctono de las arenas de Doñana y capaz de sobrevivir 20 días sin agua. Científicos del grupo de investigación ‘Ecología Reproductiva de las Plantas’ de la Universidad de Sevilla estudian en el laboratorio cómo evitar su desaparición. Los éxitos conseguidos con esquejes y trasplantes experimentales permiten ser optimistas, aseguran, con el futuro del clavel de Doñana.
Francisco Esteban quedó fascinado por el sistema nervioso en segundo de carrera y desde entonces no ha dejado de investigar su estructura y funcionamiento. Hace unos años dejó el laboratorio y se adentró en el análisis de datos que le ha llevado a desarrollar, junto a un equipo multidisciplinar, una herramienta que están aplicando al diagnóstico precoz de enfermedades como el autismo o la esclerosis múltiple. Forma parte de la Universidad de Jaén y es colaborador de grupos de investigación de las universidades de Harvard y Stanford.
Se licenció en Química y decidió realizar su tesis doctoral. En el camino se encontró con la biología molecular, la biotecnología y la genética. Actualmente sus investigaciones buscan encontrar frutos de alta calidad. También imparte clases en la Universidad de Málaga. Sonia Osorio coordinará entre 2016 y 2020 el proyecto europeo ‘Goodberry’, dotado de 4,9 millones de euros y en el que participan grupos de investigación y empresas de nueve países. Buscarán mejorar los cultivos de la fresa, la frambuesa y la grosella negra ante el cambio climático.
Al sevillano Felipe Cortés le han ‘tocado’ dos millones de euros. No ha sido la suerte, no, sino el resultado de una brillante carrera científica en el mundo de la Biología que ahora desarrolla como científico titular del CSIC en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer). Así lo entiende el Consejo Europeo de Investigación, el organismo que le ha concedido una Consolidator Grant valorada en esa cantidad para desarrollar en los próximos cinco años el proyecto TOPOmics, vinculado a la especialidad que viene desarrollando desde que se licenció en la Universidad de Sevilla: entender cómo las células reparan el ADN cuando se rompe. Porque el ADN se rompe, constantemente, como una cuerda, aunque las células saben actuar para arreglarlo. Pero, ¿y cuándo no lo consiguen o lo hace mal? Pues que puede derivar en problemas neurológicos y tumorales. En 2014, Cortés ha sido reconocido como joven investigador por las dos instituciones más representativas de su colectivo a nivel europeo y español: la European Molecular Biology Organization y la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular.
