Este malagueño no tenía muy claro a qué se quería dedicar hasta que vio la película Billy Elliot. Desde entonces Ciro Tamayo empezó a formase en la danza, primero en Málaga y después en Madrid, hasta graduarse en la Royal Ballet School de Londres en 2011. Ese mismo año fichó por el Ballet Nacional de Uruguay, del que en 2014 se convierte en bailarín principal.
La cordobesa Blanca del Rey fue una bailaora precoz. A 6 años empezó a demostrar que el don de artista lo lleva en la sangre y fue entonces cuando comenzó una trayectoria que le llevaría por todo el mundo. A los 14 debutó en un tablao de flamenco de Madrid y consiguió hacerse hueco en el mundo del flamenco. En el Corral de la Morería, uno de los templos sagrados del flamenco, fue donde se consagró, llegando a ser considerada por los entendidos como la mejor bailaora del momento en 1984. A lo largo de su trayectoria Blanca del Rey ha recibido multitud de distinciones, siendo para ella una de las más importantes la Medalla de Oro a las Bellas Artes. Su Córdoba natal siempre ha sido la inspiración de su arte. Hoy en día está retirada del baile, pero no desvinculada del flamenco, ya que ejerce como coreógrafa en la actualidad.
La sevillana Ana Moya consiguió hacerse un hueco entre la élite del baile cuando en 2006 se convirtió en bailarina del Ballet Nacional de España. Ana comenzó bailar con sólo 5 años. Niña prodigio, con 12 contaba ya con su diploma como profesora de Danza, por la Escuela de Arte Dramático y Danza de Sevilla. Ana Moya ha formado parte de la Compañía Andaluza de Danza. Ahora, imparte clases como profesora en el Conservatorio de Danza de Sevilla.
El sevillano Rubén Olmo es Premio Nacional de Danza de 2015 en la modalidad de interpretación. Es el reconocimiento a la trayectoria de este bailarín y coreógrafo que llegó al Ballet Nacional cuando solo tenía 18 años para convertirse posteriormente en primera figura de la compañía. Apasionado del flamenco, artista versátil, trabajador incansable, da clases a nuevos talentos en el Centro Andaluz de Danza mientras gira con sus propias producciones. La última, inspirada en la vida de Edgar Allan Poe.
Científicos recomiendan asistir a espectáculos de danza y música para mejorar nuestra salud emocional y física. Una conclusión fruto de un estudio pionero realizado en la Universidad de Granada en colaboración con la compañía Zen del Sur. Juntas han demostrado que las artes escénicas influyen positivamente sobre el estado de ánimo y la autoestima del espectador, así como ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares.
Su madre es profesora en el Conservatorio Profesional de Danza de Málaga y, en cuanto cumplió la edad mínima, comenzó a bailar. Marina Miguélez se formó después en la Escuela de Víctor Ullate y terminó sus estudios de danza en el Real Conservatorio de Madrid. Durante siete años ha formado parte del ballet de la Ópera Estatal de Nuremberg y ahora baila en el Saarländisches Staatstheater, en Saarbrücken, también en Alemania. Allí fue elegida como la mejor artista joven de la temporada en la categoría de danza en 2014.
