Julio Pérez es un empresario hecho a sí mismo. Estudió ingeniería informática, en la Universidad de Sevilla. Tras trabajar unos años como desarrollador informático, decidió emprender y crear su propio negocio. De la nada surgió Soltel, una empresa dedicada a proyectos I+D+I que opera ya en toda España y cuenta, actualmente, con 190 empleados.
Realizar pagos o acceder a un evento simplemente con una pulsera en la mano. Se trata del proyecto Bracelit, puesto en marcha desde Granada por jóvenes emprendedores, que consiste en un sistema de gestión y pago utilizando tecnología ‘contactless’. La pulsera que lleva el usuario funciona como un monedero virtual.
De joven le gustaba escuchar flamenco en las tabernas de su Lucena natal, cuando su oficio era el de zapatero remendón. Ya por entonces Curro Lucena tenía maneras, y ser marchó a formarse a Madrid en la década de 1970. Con doce discos a sus espaldas, en 2012 recibe el Premio Nacional de Flamenco a la mejor discografía. Otros reconocimientos habían llegado antes, como el del Festival de Cante de las Minas, en 1985.
Médicos y nutricionistas del Instituto de Investigación Biomédica de Córdoba y el Hospital Reina Sofía están desarrollando una aplicación para que pacientes y médicos hagan un seguimiento en tiempo real de la diabetes. La app servirá para mejorar los hábitos del usuario y alertar al doctor para prevenir complicaciones de la enfermedad.
Para él es muy gratificante el poder solucionar problemas con profesionales de diferentes disciplinas, que comparten un fin con sus diferentes lenguajes. Juan Soler, catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Granada, está detrás de BioMat, una Escuela de Biomatemáticas que se ha convertido en referente internacional en su campo. Y además, es un apasionado del cine.
Miriam y Amélie son dos emprendedoras gaditanas que creen firmemente que una imagen vale más que mil palabras o por lo menos a la hora de tratar con niños autistas. Tras el diagnóstico a su primo José, se lanzaron a la aventura de crear contenidos basados en pictogramas. Así surgió Aprendices Visuales, una pequeña ONG con una gran misión, que los niños con autismo tengan a su alcance las herramientas necesarias para desarrollar al máximo su potencial. Sus cuentos ya se utilizan en más de 20 países.
