Antonio Campos, las manos que moldean el futuro de la alfarería

Antonio Campos es el último artesano de la alfarería en Triana, un barrio sevillano de cuyos talleres salían en otros tiempos piezas magistrales para los cuatro puntos cardinales. El suyo, el último, se encuentra, como no podía ser de otro modo, en la calle Alfarería. Aprendió el oficio en su pueblo natal, Las Ramblas, en Córdoba, una localidad también de larga tradición alfarera. Hace 30 años, movido por cierto romanticismo, decidió instalarse en Triana. Y ahí sigue. Según Antonio, sólo hay una razón por la que su taller ha sobrevivido: “la obsesión por hacer un buen trabajo”. Cinco de sus seis hijos siguen sus pasos en el trabajo con el barro. Con ellos, la tradición tiene garantizada su continuidad.

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Miguel Ángel Torres, un maestro alfarero moldeado desde la infancia

El cordobés Miguel Ángel Torres tuvo claro desde pequeño que sería alfarero ceramista. Hoy, con más de medio siglo de vida, posee la Carta de Maestro Artesano que otorga la Junta de Andalucía. Fue en 2014 cuando recibió tal reconocimiento. En su taller de artesanía en La Rambla, provincia de Córdoba, trabaja con barro y con gres de alta temperatura. Totalmente autodidacta, se ha consolidado como empresario del sector. Desde 1999 dirige su propia empresa y en la actualidad intenta transmitir sus conocimientos a nuevas generaciones para que el oficio no desaparezca. Todas sus creaciones son totalmente artesanas, desde las piezas hasta el esmalte con el que las decora.

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José Miguel García, un maestro alfarero con sello distintivo

La localidad almeriense de Sorbas ha sido a lo largo de su historia cuna de alfareros. En el siglo XI se conocía como ‘olla de barro’ debido a la calidad del barro de la zona para hacer piezas de menaje aptas para el fuego. En este entorno es en el que creció José Miguel García, cuarta generación de una familia de alfareros cuyos orígenes se remontan al año 1600. José Miguel trabaja el barro tal y como le enseñaron su padre y su tío: con la misma delicadeza y técnica de antaño. Labor que le ha sido reconocida con la Carta de Maestro Artesano de Andalucía en el año 2016. Las piezas de este alfarero se caracterizan por estar decoradas con pincelada suelta. Pese a ir adaptándose a la demanda de sus clientes, que cada vez quieren objetos más utilitarios, José Miguel sigue creando como su sello de distinción el típico gallo de Sorbas y el ‘ajuarico’, una pieza que reúne todos los objetos del ajuar en miniatura y que en Sorbas, por tradición, se ha regalado a las novias el día de su boda.

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